Centro Histérico

Málaga. Tres sílabas que llenan la boca de un malagueño orgulloso. De esos no hay muchos. De hecho, no hay muchos que estén orgullosos de ser malagueños todo el año. Yo, por ejemplo. Orgulloso de ser malagueño como el que más, sino el que más. Sin embargo, cuando llega agosto echo el freno.

Llega agosto, llega la Feria, llega el caos, el desorden: la jungla. El centro histórico de Málaga se convierte en centro histérico. Una jauría de leones, dominados por el Cartojal y otras sustancias psicotrópicas se adueñan de lo que durante el resto del año es un lugar de paseo y compras. ¡Ahora es la jungla!
Al más puro estilo '300' los malaguitas, extranjeros y advenedizos gritan eso de "¡Málaga, Málaga!" aderezado con grandes dosis del nada despectivo "¡Puta Sevilla!". Pura cultura. 2016.

La Feria del Centro de Málaga es... distinta. Como una buena discoteca está dividida por ambientes. El cofrade, que es tranquilo, el de comer, bailar sevillanas, tocar las palmas por rumbas. Un ambiente selecto... y escondido. en las afueras. En Pozos Dulces Fusionadas y en Gaona la Sangre.

Luego está el 100% fiestero. No importa el sitio, no importa la música, no importa la bebida. Sólo importa hacer el cafre. Es muy interesante. Sirve como terapia antiestrés. A veces viene bien soltarse la melena a ritmo de reggaeton y perderse entre la flora y la fauna más variada. Porque ya se sabe, en agosto, aunque no sea primavera, en Málaga florecen las más bellas especies. Bendita ironía.

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