Gabirol sigue esperando su gloria

F.J. CRISTÓFOL / Málaga
La muchas veces olvidada judería de Málaga tiene uno de sus lugares más tranquilos en la calle Alcazabilla, justo en la parte trasera del Museo Picasso. Los jardines de Ibn Gabirol se alzan como un mínimo espacio vegetal que da salida, desde los callejones traseros de la iglesia de San Agustín y la plazuela de la biblioteca del museo, a la Alcazaba y el Teatro Romano.

Hace menos de una década, antes de que comenzaran las obras del Museo Picasso, una escultura del filósofo y poeta judío nacido en Málaga en 1021 presidía aquellos jardines a los que da nombre. Lo hacía sobre un pedestal, y su mirada se perdía en dirección a la Alcazaba. En la piedra que lo sostenía, al menos se podía leer quién era, dónde nació y a qué se dedicó. Pero aquello eran otros tiempos. Ahora no hay ni una placa con su nombre.

El escultor estadounidense Reed Amstrong (Greenwich, Connecticut, 1937) realizó en 1969 una escultura de Gabirol. Por aquella época se situaba delante de la Casa de la Cultura, aquel edificio que, paradójicamente, pisaba con sus cimientos el Teatro Romano, ahora adalid de la cultura malacitana.

A partir de 2005, Gabirol fue bajado del pedestal para tocar con sus plantas el suelo de los jardines. Desde entonces nada lo identifica, y simplemente es el viejo que sostiene el pergamino. No deja de ser anecdótico que el filósofo y poeta viviera hasta los 37 años, por lo que no llegaría nunca a ser ese anciano pensativo que representa Amstrong en su obra.

El escultor, cuando visitó Málaga en 2005, declaró que «con gran tristeza» observó que la estatua «estaba en el suelo, sin pedestal» y que «había sufrido daños serios en su pátina y superficie y era objeto de atracción para los perros en sus urgencias». Un tiempo después de aquello, junto a la efigie de Gabirol apareció un precioso pedestal de mármol amarillo, sin ninguna inscripción ni grabado. Al menos, parecía que el Área de Cultura se había preocupado de restaurar la figura a su altura, aunque ya no mirase a la Alcazaba sino a la calle Zegrí y la futura plaza de la Nieve.

La obra filosófica y poética de Gabirol ha trascendido a lo largo de la historia. Su más importante ensayo fue Fons Vitae (Fuente de vida) que ha sido un referente para los franciscanos, que fueron los encargados de traducir la obra de Avicebrón, como también era conocido, al latín. Tanta repercusión llegó a tener su obra que el poeta y ensayista alemán del siglo XIX, Heinrich Heine, llegó a afirmar que Ibn Gabirol fue «poeta entre los filósofos y filósofo entre los poetas».

Aunque el Ayuntamiento lleva desde 2005 asegurando que alzará la escultura del filósofo, hasta ahora no se ha visto mucho movimiento. Es por eso que algunos ciudadanos están tratando de dar a conocer a la figura del pensador judío. Una semana antes de feria apareció a los pies de Gabirol un forro de plástico con un folio en el que se podía leer «Ibn Gabirol. Málaga 1021 - Valencia 1058» y un fragmento de la elegía que escribió tras la muerte de su maestro Yequtiel. Con la feria y el bullicio aquella identificación desapareció.

Málaga tiene en Ibn Gabirol un gran exponente cultural por explotar de cara a la candidatura a Capital Cultural Europea en 2016. No estaría de más restablecer la escultura del filósofo y poeta a la concepción original del artista que la creó y así, de paso, alzar su figura no sólo físicamente.

Noticia publicada en El Mundo de Málaga el jueves 27 de agosto.

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