De 'Woodstock' a La Malagueta

José Tomás, desde que retornó a las plazas, ha convertido cada una de sus actuaciones en un auténtico espectáculo, un acto social en el que no importa lo que pase después, sino lo que pase antes. Lo interesante es tener la entrada de José Tomás y poder decir "yo estuve allí". Eso, y esperar a la suerte de que tu entrada tenga premio. No hay pocos aficionados que vayan a la plaza con el gusanillo picando en el interior y el ángel malo diciendo "como se muera hoy el tipo este te forras vendiendo el papelito a cualquier chalao".

Es así. Si El Fandi llena las plazas para ver los 400 metros libres con quiebros y violines, José Tomás la llena de desalmados que esperan ver cómo el toro engancha el corbatín del torero y sueñan, en esos pocos segundos en los que el torero está en el aire, con que se quede en el sitio, o pierda la movilidad de alguna extremidad para así poder saciar su ego y decir "yo estuve allí".

Yo estuve allí, yo puedo decir que he estado ahí en la retirada de Juan José Trujillo, o que he estado en las alternativas de Joselito Ortega o El Capea... Sí, cierto, no vale tanto. Pero, ¿de qué sirve decir que estuve en el indulto de un novillo de El Cid en un festival? ¿O qué vi el indulto de un torazo por Enrique Ponce? Bah, eso no importa.

Además, estos día salen esas noticias recurrentes y estúpidas: "Vendo Jamón por 3.000 € y regalo entradas para José Tomás". Hay que ser gilipollas para comerse ese jamón. Es más, hay que ser gilipollas para aceptar semejante regalo. Este tipo de noticias se basan en chorradas. Porque un tipo ponga eso en internet no significa que haya quien lo pague. Símplemente sirve para que los listos, como yo, claro, digamos: "Fíjate el payaso este, se gasta 3000 euros por dos entradas y yo tengo mi abono por 115"...

Bueno, yo estaré allí, y en mi interior recorrerá el cántico ese de "esta tarde muere José Tomás", pero no lo desearé, porque, aunque cada vez sea menos tomasista, he de reconocer que no quiero que se cumplan los deseos más profundos del torero. Como cuando le dijo a José Ramón de la Morena, su compañero de negocios inmobiliarios esteponeros, que "hay tardes en las que hay que salir dispuesto a morir"... sí, pero hazlo en un tentadero. Yo quiero ver torear: la eutanasia está penada. La Malagueta será hoy el Woodstock de los taurinos, todos desearán haber ido.

1 Response to "De 'Woodstock' a La Malagueta"

  1. Cierto que se puede encontrar esos elementos que comentas en tu reflexión.
    Ahora bien, sí se da en la Malagueta una cosa que no se da con ningún otro torero en la Malagueta: El silencio absoluto, la rotundidad de los pies fijos en el albero malagueño.

    Bien es cierto que ese silencio venga de ese morbo mal contenido, de ese deseo inconfesable de ver, quizá, la muerte de un hombre colgado de un pitón de toro. Pero al fin y al cabo, la fiesta, es un ritual de muerte, de sangre, de rito mortuorio, que en la mayoría de las ocasiones termina con la vida de seis toros seis; pero que dentro de ese "juego" de ese misterio que es la tauromaquia, también cabe la posibilidad de que, además, muera alguien más que el toro, y eso es parte del ritual. Tomás lo sabe y se jacta de ello. No sé si como parte de una máscara que le ayuda a crear su propio personaje nebuloso o quizás por que en verdad lo cree. Lo cierto, lo realmente cierto, es que hoy por hoy, está en el olimpo del Toreo, y nadie de él está cerca, por modismo, porque la gente lo quiere o por que, como tu dices, todos qieren verle morir en la plaza.

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