Siempre el tren

Sobre el tren se ha escrito y se ha dicho mucho. Yo me quedo con una frase del periodista Antonio García Barbeito que dijo: "ese tren que escribe en dos líneas el más hermoso libro de viaje". Pero claro, Barbeito quizá frecuente otras estaciones, llenas de romanticismo casi decimonónico. Nada que ver con las de la línea C2 de Málaga.

Si de por sí en la provincia contamos con una muy deficiente red de transportes, ni las empresas ni las instituciones se emplean por mantener un servicio útil y necesario para los ciudadanos. Está bien que en Málaga contemos con una sensacional estación de AVE, sin embargo, parece que los ferrocarriles no tienen interés para una provincia que debería vivir de estación en estación. No es de recibo que desde Málaga capital no se pueda ir a Alhaurín, Ronda, Marbella, Rincón o Vélez en tren, pero que sí podamos ir a Guadalajara.

Estaciones dejadas de la mano de Dios, horarios casi indecentes... ADIF se escuda en que los trenes no se llenan y no son rentables. Para cualquier fan del estado del bienestar esto debería sonar a choteo por parte de la empresa pública. Que RENFE anteponga la rentabilidad al servicio público suena a cachondeo barato, a chiste de tercera. No cabe en la cabeza de ningún contribuyente que la empresa pública dé de lado a los ciudadanos... Se me ocurren tantos ejemplos de falta de rentabilidad a cambio de votos que casi me avergüenzo de la justificación que se da desde ADIF.

También es verdad que después de la aparición estelar del ministro de Fomento en La Noria, uno se queda mucho más tranquilo. Está todo el pescado vendido y no hay nada que hacer. Si había pocas posibilidades de que las estaciones mejorasen, los trenes aumentarán su frecuencia o cualquier otro beneficio para el ciudadano en los próximos meses, éstos se han esfumado con la exclusiva que ofreció en el programa de corazón José Blanco, Fomento recortará miles de millones en obra pública. Aunque la provincia se pueda dar con un canto en los dientes, ya que no se parará ninguna de las obras en marcha, también es cierto que el conformismo es la enfermedad de la gente sin alma.

Una vez más es Izquierda Unida la que clama en mitad de este desierto político y su voz se pierde en el fragor de la continua batalla política. No interesa hablar del servicio al ciudadano cuando lo que interesa es la política nacional. Unos para defender lo indefendible y los otros para atacar lo que ellos mismos proponían hace poco tiempo. En definitiva, está bien que Izquierda Unida hable del tren. Quizá así se den cuenta de que lo perdieron hace mucho...




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