El Cautivo pierde las elecciones

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El señor Obispo ha decidido que el Cautivo no sea alcalde perpetuo de la ciudad. Mejor, digo yo. Monseñor Catalá ha intercedido entre la hermandad y el Consistorio para evitar que se llevara a cabo ese nombramiento. ¿Por qué se mete Catalá en este 'fregao'? Pues, según se sabe, porque no tiene interés en mezclar política y religión. Y bien que hace. Pero yo, como siempre, leo entre líneas y veo otras razones.

Por hecho se da que estoy de acuerdo con el Obispo. Me parece una decisión acertada. Las comparaciones son odiosas, y ya hay quien ha querido comparar al Nazareno de Cádiz o a la Mareta de los Desamparados de Valencia. Devociones ancladas en el folclore local desde tiempo inmemorial. Aunque parezca lo contrario, el Señor de Málaga, el Cristo Cautivo de la Trinidad, tiene 75 años en una ciudad con siglos de historia.

Málaga, una ciudad que se mueve por modas, sigue dando clase de cómo hacer cosas a la desesperada. Movimientos ameboides desde la alcaldía y desde la ciudadanía. Una ciudad que funciona a base de golpes de efecto recibe lecciones de un recién llegado, como quien dice. Monseñor Catalá ha dado una lección útil a Málaga. Se ha posicionado en un lugar incómodo y poco popular, pero ha estado en su sitio. No es que me agrade que el Cautivo no sea alcalde perpetuo, pero es que estamos hablando de una raya en el agua de la historia de Málaga.

¿Y la Victoria? ¿Y la Virgen del Carmen? ¿Y la Auxiliadora?... ¿No son merecedoras del nombramiento de alcaldesa perpetua? En una región a la que Juan Pablo II bautizó como la Tierra de María Santísima, se explicaría mucho más fácilmente un nombramiento así. Sin embargo, es indiscutible el tirón devocional, incluso más allá de la religión, que tiene el Cautivo en Málaga.

Es necesario un reconocimiento por parte de la ciudad, como lo tienen todas las Vírgenes coronadas, por ejemplo, con la imposición de la medalla de la ciudad. Ningún grupo municipal se opondría, menos aún cuando en Izquierda Unida está uno de los políticos más cofrades, Pedro Moreno Brenes, que no se pierde una, ya sea entre el público o en la presidencia, como buen político. Es cierto que el momento es el propicio para que las cofradías pidan, porque el Ayuntamiento dará.

En medio de todo esto no tenemos que olvidar que está la procesión del día 14. Una procesión extraordinaria de la que, aún, muchos malagueños desconocen su existencia. Igual que muchos malagueños desconocen que en 2011 Madrid acogerá unas 'olimpiadas', el encuentro de jóvenes católicos, y a la Conferencia Episcopal se le ha ocurrido montar una procesión extraordinaria. Málaga tomará la Castellana con el trono del Prendimiento, y no se sabe si será el único.

Poemario gaditano

Hace tiempo que no meto una letra carnavalera. Aquí va. No la he encontrado en Internet y la he copiado escuchándola. Si tiene algún fallo, lo siento.

Un milagro a cuatro columnas
Pasodoble de La Milagrosa, de Antonio Martínez Ares. Años 2000
Dedicado, en principio, al Diario de Cádiz... ¿o a muchos diarios locales?

Vamos a ver quien me adivina la adivinanza:
Tiene un corazón de tinta, la lengua muy larga
cuando escribe lo que escribe, ¡y escribe!, ¡Eso es sagrado!
al que quiere me lo vuelve un desgraciao.
Con Franco fue el mayor franquista,
luego de centro, y de izquierdas y de derechas
y siempre pa dentro.
Por sus páginas pasaron grandes literatos,
y en sus sillas se sentaron chupatintas y borrachos.
Tiene algo más de un siglo, y es como un niño
que no entiende algunas reglas de ortografía,
pone y quita concejales a su capricho,
quita y pone directivos todos los dias.
Con su verbo intelectual
colabora un flecha azul.
Es el último en dormir
y el primero que encuentra la luz.
Adivina adivinanza
seguro que alguien lo acierta
tiene un corte vanguardista,
periodistas surrealistas
y las manos deja negras.
Adivina adivinanza
enemigo del levante
y esperando el buen retrato
siempre está su gran chivato,
que lo que vende es la sangre
No soporta los payasos,
esos que escriben comparsa
y por Dios se pone en celo al llegar Semana Santa
y por muy poquito dinero es honrado o embustero
se rie de Cadiz entero.
Adivina adivinanza

Málaga, esa mujer desagradecida

Siempre lo he pensado, y reincido una y otra vez. Málaga es una de esas mujeres desagradecidas. Darías la vida por ella, sin embargo, ella sólo tiene buenas palabras para los que renegaron de su cariño. Hoy, cuando quedan 6 días para el aniversario del nacimiento de Pablo Ruiz Picasso, se me viene de nuevo a la cabeza ese pensamiento.

Picasso no es Málaga, igual que Málaga sí quiere ser Picasso. El pintor es París, es Francia, es un poquito de Barcelona, pero sólo una millonésima parte es Málaga. Málaga es muy desagradecida, y regala su nombre a alguien que quiso olvidarlo. No es lógico. Eso sólo lo hacen las personas estúpidas... y las ciudades cosmopolitas.

Málaga es capaz de hacer una corrida de toros picassiana, y si le dejaran haría una paella picassiana, igual que usó un cuadro de Picasso para anunciar una Semana Santa que él disfrutó más bien poco. Málaga está enamorada, las instituciones, claro, de un señor que nunca le hizo caso. Como a las mujeres jóvenes, lo que busca es que le hagan daño, que se aprovechen de ella, mientras la ciudad se vanagloria de un dudoso mérito.

El 25 de octubre Málaga vivirá el aniversario del nacimiento del pintor como la Natividad de un Mesías que trajo consigo un museo y muchos turistas hace algunos años. Málaga seguirá siendo la madre agradecida con Picasso. Y una mala madre para otros muchos.

Escucho gritos de dolor

Despertar un domingo a deshora supone una experiencia innegable. Claro, ¿qué es a deshora un domingo?, quizá madrugar, despertarse a las 7 de la mañana; o a lo mejor abrir los ojos cuando ha pasado el mediodía... Da igual, despertar un domingo es hacerlo a deshora. Desperezarse entre gritos de dolor ajeno es, siendo absolutamente egoísta, algo gratificante.

Ególatra, egoísta, egocéntrico... nunca tantas palabras tuvieron mejor destinatario. Hoy, al abrir los ojos escuché los gritos de dolor de un vecino imaginario. Alguien que se había ido hacía unos días. La imaginación, en momentos de locura, vuela como el pájaro blanco que echa a volar en nuestros corazones.

Una pena escuchar el gimoteo infantil provocado por la desesperación. Errores cometemos todos, problemas tenemos todos. Achacar al pasado la ingratitud del presente es humano e inevitable. Pero no es el pasado el culpable, sino el presente. Una queja que se pierde en el desierto. Vocear en el desierto que uno mismo ha creado. Me apena verte así, y despertar y escuchar tus gritos y gemidos. Ahora toca lamentarse.

Y ahí estaba

Era todo tan fácil como madrugar. Horas después de poner un pie en María Zambrano, la sonrisa volvió. Era todo tan fácil como madrugar, echar un ojo a la ciudad que se desperezaba, y volver a saber que todo está bajo control. La ciudad, muy acostumbrada a la fiesta, se despertaba un viernes más entre rumores de resaca.

Sólo cuatro horas de sueño fueron suficientes para levantarme como un resorte y comenzar con esa disciplina espartana que, como habitualmente, no durará más de unos pocos días. Eran las 8 y 20 y la Alcazaba refulgía con un bermellón casi inquietante. Por fin, la sonrisa tenía forma, estaba allí, en lo alto de Gibralfaro.

Málaga volvía a henchir de orgullo. Estaba aquí, todo está bajo control, como no podía ser de otra forma. Antes era yo quien bailaba a tu son. Ahora, querida, deberás acomodarte a mi ritmo. Yo soy el que tiene la sartén por el mango y no hay excusa.

Cómo han cambiado las cosas

Aún recuerdo aquella vuelta desde Madrid en el mes de junio. Había finalizado la primera parte de mi periodo de prácticas y aquí, Málaga, me recibía con el afecto de un hijo que vuelve a su seno. Igual que en la vuelta de estos días, el tren llegó a la estación a las 00:30. Sin embargo, esta vez no iba embelesado, ni me esperaban Balín y Jesús en la puerta ni, como entonces, tenía que contener la sonrisa para no despertar miradas de desaprobación.

Ahora, en octubre, todo ha sido muy distinto. Málaga me esperaba, como espera siempre a cualquiera. Esta vez no había sonrisa, esta vez no había un nombre de mujer en la estación, ni siquiera tenía ganas de bajar del tren. Cuando uno se acostumbra a lo bueno, a lo mejor, a lo exquisito, le cuesta bajar al simple mundo de los mortales. Málaga puede ser el paraíso o el averno, según como se plantee. En esta ocasión no llego con la idea de paraíso pero, ni mucho menos con la del infierno.

Es Málaga, no más. No se puede esperar ni más ni menos que lo que uno construya. La ciudad es cosmopolita, por eso no tiene nada. Sólo tiene lo que las manos de los artesanos sean capaces de levantar. Eso es todo. Ahora, las manos de los oficiales están paradas, esperando a que alguien les mande trabajo. Las máquinas están dispuestas, los almacenes vacíos a la espera de llenarlos. Y aquí estoy yo, viendo cómo han cambiado las cosas.

Ya nada volverá a ser como antes

No soy especial amante de El Canto del Loco. Desde hace un par de discos acá le he tomado cierta manía. Me imagino que por las situaciones que éstos han llevados aparejadas. Como el perro de Pávlov, respondo a estímulos primarios. Más aún cuando, como ahora, estoy ocioso. El ocio... maldito sea. Así que, como dice el título: Ya nada volverá a ser como antes. No, no debe.

Sin trabajo, en los primeros momentos pensé que los próximos meses iban a ser sinónimo de aburrimiento, días infructuosos... Nada más lejos de la realidad. Después de estos días de relax casi absoluto en Madrid ahora toca ponerse las pilas y comenzar a construir el castillo. Un castillo sin princesas, ni dragones, ni leyenda. Un castillo de verdad.

Efectivamente, nada volverá a ser como antes. Después de casi un año vinculado a El Mundo, se acabó, aunque no es del todo definitivo, pero por ahora se acabó. Después de meses de auténtico disfrute, de egoísmo absoluto y gozo supino, se acabó. Otra vez será. Ahora toca formarse, seguir adelante con la fuerza de la cultura: Ser cultos para ser libres. Siempre.

De vuelta a casa.

Se acabó lo que se daba...

Anduve despreocupado durante horas. Salí, como habitualmente, desde mi casa, en calle Padilla, en el corazón del barrio de Salamanca. Con la pala de pádel al hombro, el iPod cargado de mis cosas y la cabeza llena de pajaritos, sí, efectivamente, como habitualmente. Ese día todo pintaba distinto. El pádel iba a ser un ratejo de relax ante tanta tontería. ¡Ah, las mujeres!

Hace tiempo que hojeé la Biblia y me permití leer unos párrafos del primer capítulo del Génesis. Adán y Eva, o lo que es lo mismo, según los antiguos: el hombre es bueno, la mujer es mala. Eva, el pecado. Adán, el pecador tentado por la hembra...

En esos momentos me sentía un peripatético, reflexionando sobre la vida a paso lento. Despacio y buena letra, siempre se deben hacer así las cosas. Reflexionando... Sin dejarse llevar por los impulsos. Cualquiera me iba a decir esto hace unos años. ¡Ah, Santiago y su Camino! Así es, con el espíritu del peregrino acechándome decidí agarrar el toro por los cuernos. Con calma, como los grandes: parando, templando y mandando... o tratando de hacerlo, que ya me toca.

Harto de juegos de niños, sin ganas de tomar té en una mesa enana, sin imaginación para creer que estás cociendo espaguetis en una cocinita de plástico... No, ya no queda de eso. Alguien, algún día, vino y se llevó mi inocencia. Me dejó un poquito, pero ya se ha ido. Definitivamente. Se acabó lo que se daba.

Escudriñaré cada paso de cualquier persona que se acerque a mi perímetro. Las alarmas saltan más rápido que de costumbre. ¡No pasar! peligro de muerte. Cuando las cosas terminan, han de hacerlo lo mejor posible, pero cuando no se puede ¡zas!, tijeretazo y a otra cosa, mariposa. Se acabó lo que se daba... y no hay más.

Provinciano en la capital

Rodeado de capitolinos en un McDonald´s de Francisco Silvela, me pongo delante del blog después de muchos intentos (más de uno al día desde la entrada) y ningún acierto. Aquí estoy, con un café de dudosa calidad, mi iPod con carnavales de Cádiz y flamenco, mis dos móviles y mi monstruoso portatil Toshiba. Rodeado de chicas con un acento extraño que no acaba de gustarme, justo al lado de uno de esos cumpleaños de niños por los que Herodes nunca cae en el olvido.

Con el tímpano perforado de los gritos de esos malditos bastardos, he apurado en pocos tragos en repugnante café, y hablo por el messenger. Sí, estoy de vacaciones. Ayer mismo comenzaron las clases en mi facultad. De nuevo he caído en las garras del mundo universitario. Matriculado en 3º de periodismo, presuntamente preinscrito en un curso de doctorado y con las ganas justas de pasar todo un año en Málaga.

Sí, soy un provinciano, enamorado de Málaga, una ciudad llena de despefectos, que lo sabe y que los tapa con la excusa de lo cosmopolita. Y un carajo. Sí, estoy enamorado de una tía que sé que es fea, que tiene defectos, que no es buena... pero estoy enamorado de Málaga. No la echo de menos, pero la extraño, la deseo... Es difícil. Es una relación complicada, pero claro, ella no lo sabe.

Ni quiero que lo sepa. Málaga, conjunto de tópicos rotos, exponente máximo de que la riqueza cultural de una ciudad no tiene porque anclarse en el pasado, y por eso lo destruye echando cemento encima. La cultura contemporánea tapa cementerios fenicios, teatros romanos y alcazabas musulmanas. Siempre fuimos así, hasta cuando no éramos cosmopolitas. Hoy tengo ganas de Málaga, pero la tengo lejos. Por eso hoy toca recordarla melancólico. Estoy lejos, pero porque quiero.