¡Qué bueno es el deporte!
Últimamente he comenzado a correr. Comencé hace aproximadamente un mes, con la ayuda de mi 'personal trainer', Emilio G. Gómez, y ya, como los bebés que se separan de sus padres, he ido poco a poco aprendiendo a salir solo y realizar un circuito que antes se me antojaba aburrido, imposible e irrealizable. Es simple, la salida desde Antonio Martín, llegada al tranvía y vuelta, sin parar. Velocidad baja, no me propongo correr rápido, símplemente moverme.
Después de la estúpida reflexión inicial, voy al meollo de la cuestión. Miércoles, 26 de agosto, 10:15 horas, Paseo Marítimo Pablo Ruiz Picasso. Una joven pasea. Bien, como ella otras muchas, pero esta me llama especialmente la atención. Es rubia, de mediana estatura, va vestida con unas mallas negras hasta los tobillos y una camiseta blanca. La ropa realza su figura, unos pechos exuberantes, excesivos para su delgadez. Las mallas marcan sus curvas y alargan sus piernas hasta el infinito.
Pasea, despreocupada, con su iPod en la mano. Tan deportista ella, en la cabeza lleva calada una gorra blanca con un friso con la bandera de España y tapa sus ojos, probablemente aún cansados, con unas gigantescas gafas de sol de Channel. Despreocupada, como digo, pasea escuchando música. Un relajante paseo. Es, símplemente, una chica que anda por el Paseo Marítimo un miércoles de agosto por la mañana. ¿Parada? ¿De vacaciones? ¿Entra más tarde a trabajar? ¿Estudiante?... A mi, corriendo, me asaltan miles de dudas acerca de ella, de su personalidad, de su interior.
Llegué al tranvía, todavía pensativo acerca de su belleza y de todo lo que podría esconder la chica de las gafas Channel y el iPod. Volví, y mientras seguía dándole vueltas a la melena rubia recogida en la gorra blanca, me la crucé otra vez. Probablemente, ahora, cada vez que salga a correr, lo haga pensando en cruzarme a esta chica. Dicen que es importante encontrar motivación... quizá ella sea la zanahoria que va al final del palo que llevo atado al cuello.
Tranquilos, no estoy loco... o sólo un poco.
Después de la estúpida reflexión inicial, voy al meollo de la cuestión. Miércoles, 26 de agosto, 10:15 horas, Paseo Marítimo Pablo Ruiz Picasso. Una joven pasea. Bien, como ella otras muchas, pero esta me llama especialmente la atención. Es rubia, de mediana estatura, va vestida con unas mallas negras hasta los tobillos y una camiseta blanca. La ropa realza su figura, unos pechos exuberantes, excesivos para su delgadez. Las mallas marcan sus curvas y alargan sus piernas hasta el infinito.
Pasea, despreocupada, con su iPod en la mano. Tan deportista ella, en la cabeza lleva calada una gorra blanca con un friso con la bandera de España y tapa sus ojos, probablemente aún cansados, con unas gigantescas gafas de sol de Channel. Despreocupada, como digo, pasea escuchando música. Un relajante paseo. Es, símplemente, una chica que anda por el Paseo Marítimo un miércoles de agosto por la mañana. ¿Parada? ¿De vacaciones? ¿Entra más tarde a trabajar? ¿Estudiante?... A mi, corriendo, me asaltan miles de dudas acerca de ella, de su personalidad, de su interior.
Llegué al tranvía, todavía pensativo acerca de su belleza y de todo lo que podría esconder la chica de las gafas Channel y el iPod. Volví, y mientras seguía dándole vueltas a la melena rubia recogida en la gorra blanca, me la crucé otra vez. Probablemente, ahora, cada vez que salga a correr, lo haga pensando en cruzarme a esta chica. Dicen que es importante encontrar motivación... quizá ella sea la zanahoria que va al final del palo que llevo atado al cuello.
Tranquilos, no estoy loco... o sólo un poco.
me gusta, a mi me ha pasado lo mismo xro con una morena y x las tardes sobre las 20:30h...jajaja