Las putas de antes

Hace un tiempo un joven columnista con mucho futuro trató de vacilarme increpándome sobre mi falta de interés en la prostitución. Sí, le dije, no me interesa un negocio en el que la naturaleza del ser humano se rebaja hasta límites insospechados. Le miré con una de esas miradas que tan bien aprendí del pasado en forma de mujer, una de esas que son una mezcla de altanería y odio. Pero hace unos días recapacite.

No soy defensor de la prostitución, pero creo que si ésta se ejerciera con libertad -sin mafias ni proxenetas- podría ser, al menos tolerable. ¿A santo de qué esto? El hecho que me ayudó a reflexionar sobre esta idea fue, una vez más, una noticia de la prensa. Algo menos de una página que hablaba de un prostíbulo medieval hallado en el centro sobre el que se alzarán viviendas protegidas para uso de jóvenes creadores. ¿El arte está prostituido? ¿La prostitución es arte?

Volví a pensar en mi amigo el columnista. Pensé que si en el Medievo los hombres que viajaban y se dejaban caer en Málaga requerían de los servicios de prostitutas, quizá no sea algo tan trasnochado. Reflexioné sobre la cantidad de creadores que han necesitado o que, incluso, han hecho gala de su 'puterismo'. Quizá haya quien necesite del sexo por el sexo para crear, quizá esas sean sus musas. Mientras Shakespeare fumaba marihuana en pipa, otros encontraban su inspiración en las prostitutas. Y ahora arte y prostitución se cruzan. Las artistas de hoy pisarán a las putas de antes en el centro de Málaga. Sí, la cosmopolita ciudad tuvo, en su día, un barrio rojo dentro de sus murallas.

Entonces vino a mi cabeza la primera frase que aprendí en latín: Puta, reputa, si potest, que significa: Piensa, reflexiona, si puedes.

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