La campaña de la marmota
¿Qué hemos hecho para merecernos esto? Tiempo ha que estamos en campaña electoral, si es que alguna vez salimos del eterno estado propagandístico en el que se ha convertido la política patria y local, claro. La cosa es que con las elecciones a unos meses de celebrarse, nuestros próceres y adheridos comienzan a descolgarse con propuestas, algunas tan interesantes como el posible embovedamiento del Guadalmedina ¡tachán! ¿Sorprendidos? No, ¿verdad? No es para menos.
Muchos malagueños deben empezar a pensar que todo esto es broma, que es como en 'Atrapado en el tiempo', esa en la que Bill Murray no fue capaz de escapar del 2 de febrero -el día de la marmota- hasta que no consiguió hacer el bien por los demás. ¿Qué malo hemos hecho los malagueños? Me explico. ¿Quién no recuerda a Celia Villalobos en la campaña de las maquetas? Hace ya once años de aquello, y siempre que se acercan las elecciones los políticos nos regalan propuestas impresionantes que ¡oh, sorpresa! nunca llegan a realizarse.
El río Guadalmedina tiene un no sé qué, que qué sé yo, y todos los años sale como tema recurrente en la campaña. Uno empieza a pensar que los políticos -o sus asesores- tienen ganas de cachondearse de nosotros, de los votantes, porque no sólo es el río Guadalmedina, también es el tercer hospital, temas que hacen que la política de Málaga sea cíclica, como un gran bucle sin salida y que nos hace olvidar con proyectos faraónicos las cosas importantes de la ciudad.
Es infernal despertarse cada día en el mismo día, como es innecesario que, campaña tras campaña, los electores tengamos que elegir a más de lo mismo. La crisis de ideas que inunda Málaga cada vez es más complicado que tenga arreglo. Los ciudadanos estamos cayendo en la complacencia, en lavarnos las manos y dejar en manos de los electos una ciudad que no tiene más motor que los malagueños.
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