El chorizo se repite

El juego político, eso que los votantes se tragan día tras día en los medios de comunicación, se altera en ocasiones por la injerencia insolente de algún ciudadano descarriado. Algo así ha pasado con Javier Arenas, a quien algún internauta ha querido darle a probar su misma medicina utilizando grandes dosis de ironía para acusarlo sin pruebas de un delito que no ha cometido. La licencia literaria cobra absoluta legitimidad cuando el bloggero en cuestión, el Capitán Ahab, iguala su falsa acusación con la gravísima y falsa -a falta de pruebas- acusación de un senador canario del PP en la que afirma que la Policía voló el piso de Leganés con los supuestos suicidas dentro. Minucias, que diría aquel...

¿Es que acaso los políticos no toleran que los ciudadanos entren en su parcela de juego? Entiendo que, en buena parte, la acusación de supuesta pedofilia a Arenas sea mal vista, porque debe estar mal vista, pero sacar de contexto es algo demasiado arriesgado incluso para quien tiene costumbre de ello y hace carrera a su costa. Cuando un político acusa a otros de ser un chorizo se tiene en cuenta como parte del juego político, cuando un ciudadano tira de ironía -esa que no todos son capaces de interpretar en un documento escrito- entra en esa parcela, el político coge el balón y, enfadado, se marcha a otro lugar con amenazas de no volver a jugar. La cosa está, parece, en que el ciudadano no puede utilizar las armas del político, no al menos sin ser reprendido por los profesionales del noble arte de la política.

Acusaciones de nepotismo nunca demostradas, o casos de falta de ética que, aunque no ilegales, si pueden suponer una falta de respeto a los ciudadanos son algunos de los casos con los que nuestros políticos han tenido el gusto de sorprendernos en menos de un año y sólo hablando de política local. Tirando de manual y libro de citas, no hay que olvidar aquello de: "Recuerda que cuando señalas a alguien otros tres dedos apuntan a tí".

Es cierto que en la política se ha pasado del ser inocente hasta que no se demuestre lo contrario al "no se es honesto hasta que no se demuestre". La cosa es que no se puede culpar al ciudadano de esa conciencia, han sido los propios políticos, a fuerza de guerra y noticia, los que se han labrado esa imagen. Sólo hay que ver el día a día de esta tabernaria, chusca y torticera política jalonada de acusaciones de 'chorizismo' entre partidos para darse cuenta de que la politica parece estar podrida. El problema está en que, por muy podrido que esté el sistema, no se puede decir nada tranquilamente si no se es político.

Definitivamente, el ciudadano tiene como principal labor formar parte de la política de forma activa, sino como representante, sí como garante de que su representación sea lo más honesta y beneficiosa para la comunidad como sea posible. Pero para eso hay mucho que fumigar. Eso sí, parece que al Capitán Ahab se le ha repetido el chorizo, pero eso no significa que deje de merendarse a algún político a base de ironía.

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