El Gran Poder

En los años sesenta, un poeta menor sevillano, Antonio Rodríguez Buzón, pregonero de la Semana Santa de Sevilla, escribió los siguientes versos: "Si alguien te alza la mano o te ofende, Gran Poder, te juro Dios Soberano que ése no pudo nacer bajo el cielo sevillano". Dicen que el Gran Poder es el Señor de Sevilla, aunque parece que no todo el mundo es de esa opinión.

Pasaba Luis por la Basílica de la plaza de San Lorenzo en donde se encuentra el Señor del Gran Poder. Al parecer al bueno de Luis se le vino a la cabeza convertirse en la segunda venida del Mesías y decidió pagarlo con su predecesor. El hijo de Dios, como prefiere que le llamen a Luis, traía un mensaje, pero nadie le dejó expresarse... Menos mal, porque si su mensaje era el de la destrucción de una talla de valor incalculable aviados íbamos.

Olvidemos por un rato las connotaciones religiosas que pueda tener el Cristo del Gran Poder. Centrémonos sólo en lo que representa artísticamente, incluso pensemos en la fuerza vertebradora, antropológica y sociológica que tiene un símbolo de tamaña magnitud. Estamos hablando de algo tan importante como la Giralda para los sevillanos. ¿Se imaginan que un tarado se encarama al Giraldillo y le parte un brazo? Sería un asunto de interés nacional. Pues esto es lo mismo.

El bueno de Luis fue a dar con el Gran Poder en su delirio, y nos ha enseñado lo vulnerables que son las obras de arte que se veneran en las iglesias. Recordemos cómo en 1972 otro perturbado la emprendió a martillazos con la Piedad de Miguel Ángel al grito de 'Yo soy Jesucristo'. Total, que volados hay en todos lados. Tocados del ala, perturbados, chalados, majaretas... Tenemos miles de palabras para llamarlos.

Así que Luis, el hombre que decía ser el hijo de Dios, después de zarandear al Gran Poder, pasará a la historia del arte por haberle partido un brazo a uno de los símbolos más importantes de la sevillanía más rancia (dicho desde el respeto y según la definición del genial columnista Paco Robles).

No sé si esto tiene algún significado más allá de la demencia de un tarado. Símplemente espero que esto no sea un signo de intolerancia, porque estaríamos hablando de una estupidez supina. Para aquellos que pretenden acabar con la libertad religiosa desde la prohibición, no deben negar que en muchas ocasiones estamos ante obras de arte, ante tótems que no responden a una religión sino a una cultura, a la identidad de un pueblo. Y un pueblo sin identidad, ni es pueblo ni es ná...

1 Response to "El Gran Poder"

  1. Unknown says:

    Et regnum in manu ejus et potéstas et impérium...

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