Se acabó lo que se daba...
Anduve despreocupado durante horas. Salí, como habitualmente, desde mi casa, en calle Padilla, en el corazón del barrio de Salamanca. Con la pala de pádel al hombro, el iPod cargado de mis cosas y la cabeza llena de pajaritos, sí, efectivamente, como habitualmente. Ese día todo pintaba distinto. El pádel iba a ser un ratejo de relax ante tanta tontería. ¡Ah, las mujeres!
Hace tiempo que hojeé la Biblia y me permití leer unos párrafos del primer capítulo del Génesis. Adán y Eva, o lo que es lo mismo, según los antiguos: el hombre es bueno, la mujer es mala. Eva, el pecado. Adán, el pecador tentado por la hembra...
En esos momentos me sentía un peripatético, reflexionando sobre la vida a paso lento. Despacio y buena letra, siempre se deben hacer así las cosas. Reflexionando... Sin dejarse llevar por los impulsos. Cualquiera me iba a decir esto hace unos años. ¡Ah, Santiago y su Camino! Así es, con el espíritu del peregrino acechándome decidí agarrar el toro por los cuernos. Con calma, como los grandes: parando, templando y mandando... o tratando de hacerlo, que ya me toca.
Harto de juegos de niños, sin ganas de tomar té en una mesa enana, sin imaginación para creer que estás cociendo espaguetis en una cocinita de plástico... No, ya no queda de eso. Alguien, algún día, vino y se llevó mi inocencia. Me dejó un poquito, pero ya se ha ido. Definitivamente. Se acabó lo que se daba.
Escudriñaré cada paso de cualquier persona que se acerque a mi perímetro. Las alarmas saltan más rápido que de costumbre. ¡No pasar! peligro de muerte. Cuando las cosas terminan, han de hacerlo lo mejor posible, pero cuando no se puede ¡zas!, tijeretazo y a otra cosa, mariposa. Se acabó lo que se daba... y no hay más.
Hace tiempo que hojeé la Biblia y me permití leer unos párrafos del primer capítulo del Génesis. Adán y Eva, o lo que es lo mismo, según los antiguos: el hombre es bueno, la mujer es mala. Eva, el pecado. Adán, el pecador tentado por la hembra...
En esos momentos me sentía un peripatético, reflexionando sobre la vida a paso lento. Despacio y buena letra, siempre se deben hacer así las cosas. Reflexionando... Sin dejarse llevar por los impulsos. Cualquiera me iba a decir esto hace unos años. ¡Ah, Santiago y su Camino! Así es, con el espíritu del peregrino acechándome decidí agarrar el toro por los cuernos. Con calma, como los grandes: parando, templando y mandando... o tratando de hacerlo, que ya me toca.
Harto de juegos de niños, sin ganas de tomar té en una mesa enana, sin imaginación para creer que estás cociendo espaguetis en una cocinita de plástico... No, ya no queda de eso. Alguien, algún día, vino y se llevó mi inocencia. Me dejó un poquito, pero ya se ha ido. Definitivamente. Se acabó lo que se daba.
Escudriñaré cada paso de cualquier persona que se acerque a mi perímetro. Las alarmas saltan más rápido que de costumbre. ¡No pasar! peligro de muerte. Cuando las cosas terminan, han de hacerlo lo mejor posible, pero cuando no se puede ¡zas!, tijeretazo y a otra cosa, mariposa. Se acabó lo que se daba... y no hay más.
Cuándo unas cañas latineras? ;)