La pequeña joya del Chupitira
La ermita del Calvario lleva más de 500 años en un enclave privilegiado
F.J. CRISTÓFOL / Málaga
En 1495, los frailes Mínimos del convento de la Victoria construyeron un humilladero en la cima del Monte Calvario. Desde aquella capilla se divisaba una ciudad tomada ocho años antes por los Reyes Católicos. Más de 500 años después y pese a sus muchas modificaciones, aquel enclave continúa como un testigo imperecedero de la historia en pleno barrio del Chupitira, la Victoria.
La ermita se reconstruyó con una nueva planta en el S XVII. Se amplió y se le hicieron nuevas obras de reestructuración en el XVIII. Ya en el siglo XX, y tras la Guerra Civil hubo de ser remozada casi totalmente y en 1973 se le añadió la nave lateral. La fachada se reconstruye en 1983, y el 1989 se construye la explanada-mirador, la cripta de columbarios y otras dependencias para uso de la Hermandad del Monte Calvario, encargada de la conservación el monte y la capilla, que son propiedad del Obispado. En 1997 se cierra al culto por el grave estado en que se encontraba la techumbre, y en 1998, durante la obras del nuevo tejado, se desploma el lienzo del muro de poniente y se reconstruye de nuevo.
El sacerdote don Manuel Gámez, es el director espiritual de la hermandad que tiene su sede en la ermita, y recuerda que «en estas fechas, hace 10 años se estaba terminando de reconstruir y decorar la capilla. Nos pasamos muchas horas pintando las paredes, dorando algunas piezas de ornamento y tratando de que todo estuviera listo lo antes posible». Fue en noviembre de 1999 cuando se restituyó al culto. Gámez recuerda que el entonces responsable de vivienda del Ayuntamiento y actual alcalde, Francisco de la Torre «se portó muy bien con la hermandad, nos facilitó la labor dentro de sus posibilidades y no contribuyó al clima que algunos trataban de encender. La capilla se cayó y era necesario reconstruirla, en ningún momento se trató de hacer otra cosa».
Entre 1997 y 1999 fueron tiempos complicados para la hermandad victoriana, ya que desde algunos medios de comunicación se trató de «exagerar el tema, hasta el punto de pedirle al obispo que retirara la cesión de la capilla y el monte a la hermandad. Por supuesto, don Antonio Dorado dejó claro que no iba a actuar en contra de una asociación dependiente de la Diócesis», cuenta el sacerdote.
Desde entonces ya ha llovido mucho. Sin embargo, la ermita y su explanada siguen siendo grandes desconocidos para los malagueños. Todos los sábados la hermandad abre los columbarios y se permite la visita a la capilla. Anualmente, la hermandad organiza actos como cenas benéficas, o, conciertos, como el pasado fin de semana, del grupo Maestro Iribarren en el que se interpretaron obras como Intermezzo de Cavalleria rusticana, obra de Pietro Mascagni que forma parte de la banda sonora de El Padrino III, o Nessun Dorma de Turandot, obra de Giacomo Puccini. Además, cada tercer domingo de mes se celebra misa a las 12 de la mañana. Después de más de cinco siglos, el barrio de la Victoria y la ciudad de Málaga pueden seguir presumiendo de tener en pleno corazón un enclave histórico y mágico.
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