La Navidad puede esperar

Un año de estos vamos a recoger la sombrilla con espumillón. ¡Vaya tela! Con la cosa de la crisis y ayudar a los comerciantes, cada año encienden las luces de Navidad antes. En Málaga capital la amenaza se cierne en pleno mes de noviembre. Ya no esperamos siquiera al puente de la Purísima -para los más ateos puente de la Constitución-, para alimentar el consumismo exacerbado que nos acecha en estas fiestas cada vez menos familiares y más festivas. No se trata de hacer una crítica gratuita, que también daría para eso, simplemente me parece que igual que hablo de Semana Santa o Halloween, me gusta hablar de esa Navidad malagueña tan especial de unos años acá.

Igual que, de un lado, me parece excesivo comenzar con más antelación cada vez la Navidad ficticia de consumo, más excesivo me parece el turbio debate coineño sobre la religión. Ya se me fue la mano en junio de este año. Entonces, el Ayuntamiento de Coín prohibía el uso del hiyab y el burka en edificios municipales. Ahora, en un colegio público quieren quitar una imagen de la Virgen que lleva más de 40 años en las instalaciones del Carazony. Una vez más, la intransigencia del sectarismo se torna contra la tradición. Yo me pregunto, ¿qué daño hace un mosaico de la Virgen de la Fuensanta? Pues a la vista de un chaval que va al colegio, probablemente no le acabe suponiendo un trauma. Quizá sí le pueda traumatizar la falta de respeto de unos padres que buscan la confrontación en los pequeños gestos.

No entiendo qué satisfacción puede presentar para alguien conseguir que quiten un triste mosaico de la escuela de su hijo. La educación pasa por la tolerancia y el respeto a todas las culturas. A todas. Ejemplo claro de convivencia y respeto ha sido la decisión de Ceuta o Melilla de adaptar su calendario festivo a algunas fechas importantes para la numerosa población musulmana. Mientras en las ciudades autónomas, por mor de la normalización en la convivencia, se introduce una fiesta religiosa como el sacrificio del cordero, en Coín nos encargamos de cosas tan importantes como retirar una azulejo del tamaño de un folio de la vista de aquellos niños que no cursen religión.

Estamos locos, este tipo de debates supérfluos, lo único que consiguen es levantar debates dormidos en la sociedad. Debates que, más o menos superados, no tienen más interés que tapar las miserias de nuestra clase política que, con tal de no aburrirnos y hacernos pensar es capaz de sacar, día sí día también, cortinas de humo de donde nadie las espera.

A fuerza de leer y escuchar tonterías, yo me sumo a la petición. Digo yo, aquellos que no quieran mantener los días de fiesta con motivos religiosos: que los trabajen. Seguramente, esos días las administraciones y despachos de empresas públicas estén hasta arriba de funcionarios laicos militantes, que no permitiran que un ciudadano ateo o agnóstico se quede sin hacer su papeleo un 24 de diciembre a última hora de la tarde. ¡Ay, qué de tonterías!

0 Response to "La Navidad puede esperar"

Publicar un comentario