¡Una prótesis para La Manquita!

¿Se quejaría Cervantes si llegara un señor y le propusiera implantarle una prótesis y recuperar la extremidad perdida en la batalla de Lepanto? No creo. Sin embargo, nuestra pequeña Catedral anda manquita desde hace siglos y nadie, pese a los adelantos técnicos, ha tenido a bien ponerle una prótesis. Se ha hablado de llevar a cabo proyectos ilusionantes, proyectos estúpidos, proyectos irrealizables, etcétera. Quizá el más estrambótico de todos fuera aquel que pretendía proyectar un holograma que, por las noches, hiciera parecer que la Catedral estaba terminada. Interesantísimo.

El presidente provincial del PP, Elías Bendodo, ha salido ahora con uno de esos proyectos recurrentes, como el embovedamiento del Guadalmedina, el soterramiento de Cánovas o el intercambiador de la Marina. Proyectos, todos estos, que salen a la palestra cada cierto tiempo para descargar un poco el ambiente intelectual y elitista de la clase política y así acercarse un poco más al ciudadano... Es necesario, dice Bendodo, abrir un debate para que los malagueños decidan si desean finalizar la Catedral.

Quizá sería necesario que los malagueños, antes de nada, conocieran que la Catedral no sólo está manquita, además no está completa en su planta. Finalizar el primer templo de la ciudad supondría, además, acabar las sacristías. Según se pude observar, tanto en los planos primitivos como en la propia fisonomía de la Catedral, en Cortina del Muelle falta una segunda sacristía que, probablemente, llegaría prácticamente a tocar la pared del edificio de la Telefónica. ¿Un poco atrevido, no?

Finalizar la Catedral no debe suponer un trauma para la ciudad. Se trata de terminar lo inacabado, se trata de hacer definitivo lo provisional. Que uno de los símbolos de la ciudad sea un edificio inacabado es, cuanto menos, para pensar que estamos un poco tocados del ala. Son muchos ejemplos de templos finalizados con el paso de los siglos, y no es ningún trauma. No nos vayamos muy lejos, El Pilar de Zaragoza se terminó en los años 60.

Sin embargo, lo que más me extraña de toda esta historia es que sea ahora, en plena crisis, cuando Bendodo proponga el debate. ¿No habría sido más interesante hacerlo en pleno pelotazo urbanístico? Seguro que alguna promotora constructora habría entrado en el concurso pretendiendo hacer ahí arriba unos 'atiquitos' curiosos. Ahora, con la crisis de la vivienda de primera construcción nos tendremos que conformar con una torre que sólo sirva para tocar campana. Qué pena no aprovechar las grandes oportunidades.

En definitiva, que la Catedral tenga su segunda torre y, a la vez, se complete la balaustrada y todas las esculturas supondrá una importante inversión, que no es lo mismo que un gasto. Saldrán voces, igual que salieron cuando se arreglaron las cubiertas, que vean innecesario que la Junta o el Ayuntamiento sufraguen estas obras, yo creo que es necesario que sean las instituciones las que culminen un proyecto que, más allá de un edificio religioso, es el emblema de una ciudad.

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