José Tomás, ¿o nada?

José Tomás nos abandona. Desde su vuelta a los ruedos, aquel mágico 17 de junio de 2007 en Barcelona, no ha faltado a Málaga ni en Feria ni en Resurrección. En la próxima Pascua, tendremos que digerir la última procesión con otro cartel que no estará formado ni por Manzanares ni por Tomás, que prefieren el azahar sevillano al salitre malaguetero. ¡Traidor! Que no hombre, que es broma. Málaga, gracias al de Galapagar había vuelto al escenario taurino nacional.

Pero claro, no todo dura para siempre. Esta relación ha acabado, José Tomás se ha ido con otra, según dicen, más alta, más guapa, más lista... El niño tiene que dejar la teta y el biberón y volar solo, crecer. Eso es lo que necesita Málaga. Tras dos años de Resurreción (en todos los sentidos) la empresa se las ve ante el dilema de saber si la ausencia de José Tomás se llevará a mucha gente de la plaza.

Con la noticia del abandono del torero más mediático, alguno ha dicho ya eso de "Tomás o nada". Es indudable que el de Galapagar había devuelto a los malagueños la ilusión a ir a La Malagueta después de siete días de procesiones, madrugones y trasnoches. Pero como muchos otros, me da a mi que los asistentes a las corridas en Málaga se mueven, en gran número, por las modas... ¿público, afición?

Ahora en vez de llorar por la marcha de Tomás hay que ver el mundo de posibilidades que se abre. Repartir el pastizal que se llevaba un solo torero entre toros y toreros. Perera, Cayetano, Morante, Castella... Si la empresa quiere seguro que puede volver a llenar, más aún si el Ayuntamiento exige una buena corrida picassiana el Sábado Santo. En Fitur saldremos de dudas. Todavía quedan dos meses, pero eso se pasa en un suspiro.

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