Málaga vagabunda

Málaga, excandidata a Capital Cultural Europea, se presentó ante el jurado europeo con un vídeo para defender la candidatura. El susodicho 'recurso audiovisual', por llamarlo de una manera cultural, moderna y bonita, es una auténtica obra de arte conceptual y visual. Vamos, me imagino que en eso creería el autor del mismo, porque yo sigo sin encontrarle el sentido por más que lo veo.

Hay un grave problema de concepto en el vídeo. Málaga parece un gran solar, una ciudad después de una guerra. Nada del Solar del Paraíso del que tantas fotografías hemos podido ver. Un solar gigante, lleno de escombros sin nada que ofrecer más que un tipo tocando la guitarra. Hasta el punto en que empiezan las palmas. Málaga, al parecer, es ahora defensora del flamenco, aunque no se apueste por él por falta de presupuesto provincial.

Cuando empiezan las palmas Málaga empieza a reconstruirse virtualmente: espacios escénicos, una ciudad viva para la cultura (pero no aparece gente), muchos colorines sobre el blanco y negro del vídeo. Mucho modernismo respira el dicho recurso audiovisual. El tema es que los autores presentan a una Málaga vagabunda, pedigüeña, pobre, sin nada que ofrecer. Málaga aparece como una pobrecita necesitada de subvenciones europeas para arreglar su centro y rehacer edificios demolidos por el paso de los tiempos y los urbanistas.

En definitiva, el vídeo que presentó Málaga como defensa de la capitalidad cultural viene a ser ese hombre barbudo, despeinado, con las ropas raídas y el cartón de vino que tantas veces podemos ver paseando por las calles del centro. Málaga, según mi punto de vista de inexperto, no presentó una propuesta, se enfrentó al jurado con una petición. Es verdad, a toro pasado todo es más fácil, pero como ciudadano tengo el mismo derecho al pataleo que cualquiera. Y lo digo, sin ambages ni segundas interpretaciones: con ese vídeo no íbamos a ningún lado. 

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