Una tregua, por favor

Pues de un tiempo a esta parte me ha dado por ser crítico, que también estamos para eso, no sólo para decir que nuestra playa es la mejor y nuestro café el mejor servido. Y lo de esta semana me ha hervido la sangre. Quizá habrá gente a la que le parezca una chorrada, pero a mi, eso de perder patrimonio histórico no me parece baladí. Hablo del edificio del siglo XVIII que ha sido derruido en la calle Mariblanca. El inmueble en cuestión estaba ya declarado como ruina inminente, por eso el Ayuntamiento decidió derruirlo.

Muchas veces, como pasa con las personas (y me pongo filósofo), lo bonito no está en el exterior o en la fachada, sino que se encuentra en la estructura, en las paredes, en el interior. Es el caso de muchísimos edificios del centro histórico de la capital. Y es que a saber la de obras de arte que habrá en esos techos y paredes. Frescos, muy del gusto de estilos anteriores, seguro.

¿Podemos hablar de terrorismo urbanístico? Bueno, quizá. A lo mejor podemos hablar más de pequeñas actuaciones, al estilo de la Kale Borroka. Pequeñas acciones que destruyen el patrimonio. Una lástima. En Málaga, en su día, colocamos un hotel que tapaba la vista de la Catedral, pero sin embargo, hace poco tiramos un edificio de estilo clásico por el mismo motivo. Siempre con lo mismo.

No puedo dejar de recordar, cuando hablan de urbanismo, que yo no tengo ni idea, sólo sé cuál es la imagen de la Málaga que quiero. Y siempre la cuento. ¿Por qué hubo que destruir, como si hubieramos sufrido una guerra, El Perchel? ¿Por qué hemos tenido que echar abajo el barrio de la Coracha? ¿Por qué la Cruz Verde? Aquí, muchas veces, confundimos el progreso con lo moderno. Se me permita estar en contra, señoría. El progreso no es siempre defenestrar lo antiguo y superponer lo contemporáneo. A veces progresar significa cimentar las bases del pasado para construir un futuro sólido.

Pero en Málaga, como tantas otras veces, lo tapamos todo con el tupido velo del cosmopolitismo, esa maldita lacra que lo justifica todo. Yo sólo puedo pedir un cese temporal de las armas, una tregua. Pero entonces tendría miedo de que volvieran con más fuerza. Que Dios nos pille confesados.

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